Los altos precios de la ciudad cosmopolita de Londres dificultan que uno pueda consentirse con caprichos; sin embargo, alguno de vez en cuando no hace daño a nadie.
Cookies. Al volver a Londres, tras el periodo vacacional de Navidad, me di cuenta de que había extrañado muchísimo una cosa de Londres: las cookies, unas galletas grandes horneadas con alguna clase de magia de varios sabores. Mis favoritas son las típicas de chocolate con leche. De esta manera, pasé mis primeras dos semanas devorando cookies casi a diario. La mayoría de veces las compré de un supermercado en el que además las pusieron en oferta. Normalmente un paquete tiene 3 o 5 galletas, dependiendo de la marca; sin embargo, de vez en cuando me doy el lujo de visitar Ben's Cookies, donde las galletas son más grandes, recién horneadas y tan solo con el olor te derrites. Estas se venden por peso, pero aproximadamente cada una sale a 2.50 libras.
Mooncakes. Caminando por el Barrio Chino, cerca de Picadilly Circus, me llamó la atención ver casi escondido entre los llamativos tonos rojizos de los restaurantes, una pequeña vitrina con pasteles decorados de la manera menos exótica y oriental posible. Pasteles envueltos en crema de diferentes colores que me recordaban a las pastelerías tradicionales que durante mi niñez disfruté en México. Empujada por esta curiosidad de haber encontrado algo tan familiar en aquel lugar, entramos.
La tienda era pequeña y en su interior lo que más me llamó la atención fueron unas pequeñas repisas de pan de sabores dulces y salados. Nunca he estado en China, pero mi intuición me dice que en su repostería no se incluyen panes tan occidentales como los que allí vi. Aún así, decidimos comprar algunos de esos panecillos. "¡4 por 3!", nos dijo la dependienta.
En un pequeño rincón encontré finalmente lo que habría esperado encontrar en un barrio chino: ¡mooncakes de múltiples sabores! No pude resistir la tentación de comprar uno aunque fuera pequeño (1.80 libras).
Describir el sabor no es una pregunta que puedo resolver: tiene apariencia de plastilina y su interior está relleno de una pasta parecida al dulce de membrillo.
Cupcakes. El capricho de hoy ha sido un cupcake de los carritos azules de Lola's cupcakes que pueden encontrarse por toda la ciudad. Esta pequeña empresa vende tanto cupcakes de tamaño normal (2.95), como minicupcakes (2 x 3.10) que se comen en un bocado, o de gota en gota por los románticos empedernidos de los cupcakes como yo.
Son mi debilidad, tanto por su increíble sabor con frosting a base de queso crema, como por lo bonitos que son. Incluso la caja bonita y cuadrada en la que te los entregan me enamora. Definitivamente, si pudiera casarme con un postre, ¡me casaría con un cupcake!


