Paseo por la luna. Su arena blanca y plateada me besa los pies sin esperar que de mi boca salga un silencio. Respiro hondo y puedo sentir todos aquellos anhelos cantar la belleza de la magia de sus sueños, y de sus pasiones.
Hoy es miércoles, mitad de semana, y miro atrás. Me parece haber triunfado en mi paseo por la luna. Fueron muchos los que intentaron tantas cosas y fallaron tantas veces, que me desanimaba en creer que yo, siendo la más pequeña de todas, pudiera alcanzar cumbre tan alta como la luna. Y, sin embargo, aquí estoy. Corrí muchas veces, salté muchas veces, trepé por los árboles más altos... recé por obtener el secreto de los pájaros, lloré y desesperé, quise rendirme tantas veces, desistir de sueños tan altos. Y, sin embargo, aquí estoy. Aquí estoy y es ahora la luna la que me pide que me quede, intenta convencerme haciendo mimos a mis pies con aquellos sus labios plateados tan suaves.
Paseo por la luna, y en mi paseo he encontrado muchos espejos que me muestran mi rostro reluciente y cansado al mismo tiempo. Todos ellos corrieron y saltaron, treparon también por los árboles más altos. Hubo algunos que no tardaron mucho en encontrar la puerta que los llevaría a alcanzar la luna, y en su trayecto tanta gente los alabó que se creyeron superiores al resto del mundo. Hubo otros a los que les corrieron gotas de sangre por la frente, gotas de sufrimiento que siempre admiraré por el miedo que me produce mirar un sufrimiento que a mí no me costó mi esfuerzo.
Paseo por la luna, y en mi paseo los espejos cada vez brillan menos. Algunos se han hecho pequeñas casetas de arena blanca y plateada donde comer y vivir, pero mientras más se empeñan en construir castillos de arena, más brillante me parece el sol, estrella dorada y más lejana aún que la luna.
La luna se ha llenado de caretas, caretas de cartón que me parecen tristes y grises. La arena de esta luna me parece ya cenizas de sueños aburridos y cansados. Miro el sol como un sueño dorado. Y ya no paseo por la luna. Ahora hallo la manera de correr, saltar e inventar los árboles más altos para alcanzar aquella nueva luna dorada que me ciega a cada intento por descubrir su belleza.